Una verdadera mujer no es aquella que dice amarte con
sus palabras, sino aquella que lo demuestra con acciones día tras día.
Una verdadera mujer no es aquella que pretende vivir
de lo que puedas darle, sino aquella que lucha por lo suyo y te ayuda a vivir
para que ambos puedan complacerse. Es quien vive y comparte contigo de lo poco o
lo mucho que ambos poseen.
Una verdadera mujer no te pide, te da esperando a
cambio tu amor, respeto y fidelidad.
Una verdadera mujer es fiel no importando las
tentaciones a su alrededor. Se mantiene leal a sus sentimientos.
Una verdadera mujer es aquella que se ama a sí misma,
lucha por lo que quiere y se mantiene al lado de un hombre por amor y no por interés.
Es una mujer que conoce el significado de la palabra amar y sabe amar.
Una verdadera mujer es aquella que tiene la facultad
de ser buena madre, aunque no haya tenido el privilegio de serlo. Es una mujer
profesional, educada y leal.
Una verdadera mujer es un reto para quienes intentan
llegar a ella y quienes tienen la oportunidad de compartir o vivir con alguna,
son privilegiados. Quienes gozan de tal privilegio, generalmente aprenden a
valorarla.
Yo me considero una verdadera mujer. Porque a través
del tiempo he adquirido experiencia en la vida, me he caído y me he levantado.
He llorado, he gritado, me he lamentado, he tropezado y sin dudar me he puesto
de pie.
Me considero una verdadera mujer porque a pesar de
haber sido víctima de burlas en el pasado por mi aspecto físico en ese momento,
supe hacer de ello un impulso para continuar y seguir hacia adelante.
Porque no importando las noches en las cuales lloraba
sobre mi almohada, con miedo de acudir a la escuela pensando en qué me iba a
ocurrir por las burlas de mis compañeros, supe aferrarme a mis estudios e
ignorar todo lo que me acontecía. Me enfoqué en sobresalir y adquirir
conocimiento.
Hoy me considero una verdadera mujer quien contra
viento y marea ha luchado por permanecer de pie a pesar de las circunstancias
que se presentan en la vida.
Nada me detiene, porque el detenerme me impide
alcanzar aquello que aún me falta por alcanzar.
Hoy reconozco que las piedras que se cruzaron en mi
camino me sirvieron para construir una fortaleza a mi alrededor la cual nadie
puede derribar.
Me considero una verdadera mujer porque he sabido
representar dignamente mi posición. Si digo que amo, es porque en realidad amo.
Si digo que no amo, es porque en realidad no amo.
Cada mujer debe luchar por ser una verdadera mujer. No
para que otros lo reconozcan, sino para ella misma, para sus hijos, para su
pareja. Pues una verdadera mujer se reconoce a sí misma y no necesita que
alguien se lo diga.
Puedo decir sin temor alguno, que son pocas las
mujeres que hoy en día actúan como tal. Porque en su afán de igualar al hombre
(algunos), han perdido su esencia, lo que las caracteriza e identifica.
¡Mujeres!, no es que estemos sometidas al hombre como
en los tiempos de antes. Es que seamos nosotras con todo lo que conlleva ser
una verdadera mujer. Que amemos y seamos amadas, que respetemos y seamos
respetadas, conservando siempre nuestros valores y nuestros ideales. Valorando
lo que poseemos y ambicionando más de una manera positiva.
Yo me siento orgullosa de ser una verdadera mujer.
Nadie me aplasta, nadie me pisotea, pero tampoco lo hago. Simplemente disfruto
el ser yo, una verdadera mujer en todo el sentido de la palabra.
¿Te consideras una verdadera mujer? Reflexiona.
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