Hoy no vengo a escribir sobre el tema que tanto me apasiona por ser
parte de mi vida, hoy vengo a escribir sobre mí, sobre cómo me siento. Sé que
he luchado mucho en la vida para obtener lo que deseo y sé que aún me falta
mucho por hacer, por lo que me mantengo luchando, sin mirar atrás. Muchas
personas puede que no comprendan el porqué de mi empeño por seguir alcanzando
más en la vida, pues a esas personas les digo que no he llegado a donde quiero
llegar, y por ello no me rindo.
En el camino he sentido desfallecer, pero Dios siempre pone ángeles en
mi camino los cuales levantan mis manos, al igual que ocurrió con Moisés.
Quienes somos líderes, sufrimos tanto o más que otras personas porque no solo
llevamos nuestras situaciones, sino que también llevamos las de los demás,
aunque aparentemos no hacerlo, porque es algo innato en nosotros.
Muchas personas se cuestionarán, por qué tengo un carácter fuerte y
parezco un poco distante. Lo que sucede es que nadie tiene idea de lo que me ha
costado luchar, tropezar y caer muchas veces, para volver a levantarme, a pesar
de que algunas personas tan solo han querido ponerme el pie para que no me
levante nunca. La vida ha sido dura y sé que así continuará siendo, pero no solo
tengo a Dios y a mi familia para continuar, me tengo a mí misma y con eso me
basta.
Nunca juzgues las acciones o actitudes de una persona ante la vida,
porque no has estado en sus zapatos y no has recorrido su camino para saber
cuánto ha tenido que luchar. Simplemente cuando veas a una persona que se
alegra por sus logros, que los celebra, que los comparte con otros conocidos o
no, alégrate con y por ella, porque para llegar hasta ese lugar tuvo que
recorrer largo camino. Hay quienes nacen en cuna de oro, pero hay personas como
yo, que tenemos que poco a poco construir nuestra propia cuna para enfrentar al
mundo y lo hacemos con dolor, pero con motivación, con sacrificio, pero con
tenacidad, con lágrimas, pero con momentos de alegría, con tropiezos, pero con
consistencia.
Así que, no sirvas de obstáculo, no critiques, no desees mal, no
persigas o señales, no te burles. Solo sé amable, flexible, considerado,
gentil, y sé un aliciente en el camino. Hoy, frente a mi computadora, con
música inspiradora de fondo, escribo estas cortas líneas para expresar que por
momentos me debilito porque soy un ser humano, pero me recargo, de pronto llega
la nostalgia y lloro, pero seco mis lágrimas para continuar. Por momentos me
rebelo ante las situaciones, pero nuevamente reflexiono y cambio mis
pensamientos. ¿Saben por qué? Porque no importa lo que suceda, no importa cuán
triste, preocupada o ansiosa me pueda encontrar, tengo una meta y no descansaré
hasta llegar a ella, así sea arrastrándome como el caracol. Porque Dios tiene
un propósito conmigo, y aunque a veces no comprenda su proceder, estoy segura
de lo que desea para mi familia y para mí.
Por tanto, aunque a veces me cueste (como ser humano que soy), acato su voluntad, me someto a ella, mientras continúo luchando y enfocada en la meta, porque, al fin y al cabo, confío en Dios y en su tiempo perfecto. Porque a veces queremos algo o tenemos una meta, pero Dios quiere algo mejor para nosotros, lo que no podemos ver al momento. Mientras esto sucede, tan solo pido lo siguiente: enséñame a esperar, a confiar y a depositar todo en tus manos. Ayúdame a comprender que estoy en tus planes, que nunca te olvidas de mí y dame las fuerzas necesarias para comprender lo que mi mente humana no comprende
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos". (Isaías 55:8,9).
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