Por: Flor De Liz Santiago
Fernández, Trabajadora Social, Especialista en Autismo y Educación Especial,
Técnico de la Conducta Registrada, Autora y Escritora
La situación que hemos estado atravesando a nivel
mundial por causa del COVID-19 no ha sido fácil. Ciertamente ha sido una de angustia, de
desesperanza, desasosiego, incertidumbre, pero en especial de adaptación. Si bien para nosotros las personas adultas,
nos ha resultado un tanto incómodo esta situación, en la cual hemos tenido que
fluir y aceptar ese proceso de adaptación, mucho más difícil ha sido para
nuestros hijos e hijas.
A quienes somos personas adultas, nos ha tocado
trabajar, estudiar, atender a nuestros hijos e hijas, a nuestras familias, los
quehaceres, las rutinas diarias, y a nosotras mismas como personas y seres
humanos, desde un espacio único, el hogar.
Ese hogar que cuidábamos tanto y en el cual siempre procurábamos no
llevar nuestras responsabilidades laborales para evitar afectar o impactar
negativamente nuestro entorno familiar. Respecto a nuestros hijos e hijas, les ha
tocado enfrentar los retos educativos desde su hogar, y en ocasiones con padres
que no están capacitados para poder ayudarles en este proceso.
A nosotras las personas adultas, nos ha tocado,
educar, cocinar, supervisar y sumar horas incansables de labor en nuestro
diario vivir, muchas veces sin el descanso necesario. Adicional a esto, tenemos que permanecer
“callados/as”, y demostrar ante la sociedad que todo marcha bien y que para
nada nos hemos afectado. En el caso de
nuestros hijos e hijas, han tenido que comprender (aún sin poder en algunos
casos), que esta es la nueva realidad, y hoy en día, después de unos largos
meses, se evidencia el cansancio. El
cansancio de ellos y ellas por el arduo trabajo realizado y el de nosotras las
personas adultas igualmente.
Reflexionando en cuanto a todo lo anterior, me percato
de que, aunque he realizado adaptaciones ante esta situación, como madre (en
especial de un niño con diversidad funcional), esposa, hija, estudiante, mujer
profesional y trabajadora, mi humanidad no me permite acomodarme. El COVID-19 sí me ha enseñado muchas cosas
tales como: valorar aún más el poco
tiempo libre que tengo, a extrañar con locura el contacto con otras personas, a
continuar cuidando de mi salud, a ocuparme de siempre en la vida contar con un
plan b, c, d, entre otros. Sin embargo,
sería un tanto hipócrita de mi parte decir que me he acostumbrado.
¡Jamás! No
quiero al COVID-19 en la vida de ninguna persona, y deseo con todas mis fuerzas
que se aleje del mundo entero y que nos deje vivir en paz. Para sentirme de esta manera, no es necesario
haber perdido algún ser conocido o querido, sino me basta con todo lo que nos
ha causado. He experimentado y sido testigo de cómo ha
cambiado nuestras vidas, de todo lo que nos ha quitado, pues no se reduce únicamente
a la vida humana. Nos ha quitado la
libertad, el respirar libremente, el recrearnos, el compartir físicamente con las personas
que amamos, el trabajar como acostumbramos, y podría seguir mencionando.
¿Qué intento comunicar con todo esto? Intento responder a la pregunta utilizada
como título para esta reflexión: “¿Cómo continuar
cuando se agotan las fuerzas?”. En
realidad, no es sencillo, pues hoy, luego de diez meses de iniciada esta
pandemia, me encuentro humanamente agotada.
No obstante, tampoco es imposible.
Así que, les recomendaré algunas cositas que hasta el
momento me han resultado y me han servido como impulso para continuar. Cuando sientas que no puedes más, y no
encuentras o simplemente no sabes cómo continuar, no olvides lo siguiente:
1. No
te sientas culpable.
2. No
pretendas resolver todas las situaciones repentinamente.
3. Piensa,
medita y evalúa hasta dónde has llegado y todo lo que has logrado.
4. Analiza
cuántas situaciones aún más difíciles has superado.
5. Cuenta
los tropiezos y las caídas que has tenido y las veces que te has levantado.
6. Toma
descansos cuando sea requerido.
7. Respira!
¡Respira! ¡Respira!
8. Vive
un día a la vez.
9. Cuando
no puedas continuar con una tarea en determinado momento, comunícalo a otras
personas, toma un respiro y luego prosigue.
10. Entre otros.
Continuar cuando las fuerzas se agotan es un gran
reto. ¿Saben por qué? Porque somos humanos y nos debilitamos. Porque a veces no comprendemos que tenemos
que llorar, desahogarnos y gritar para soltar nuestras cargas. Cuando nuestro cuerpo se agota físicamente,
no podemos obligarlo a trabajar y tenemos que tomar tiempo para descansar. Asimismo, cuando nuestras emociones,
sentimientos, pensamientos, espíritu, entre otros, se agoten, nos tenemos que
detener para que descansen igualmente.
El COVID-19 nos ha trastocado, no hay duda de
ello. Ahora bien, ¿le permitiremos
destruir lo que nos queda, o tomaremos un respiro para recargarnos y continuar
con más fuerzas? ¿Podemos percibir esta
situación como una oportunidad? ¿Cómo
continuamos? Podemos tomarla como una
oportunidad para crecer y evolucionar. Podemos
hacerlo con más fe y valor que antes, visualizando nuevos horizontes,
realizando cambios en nuestras vidas, y eliminando aquello que nos cause
tropiezo ya sea material o humano. Más
importante aún, siendo quienes somos, sin aparentar al mundo ser otras
personas, por agradar o encajar.
¿Cómo continuar cuando las fuerzas se agotan? ¡Recargando tus baterías, dejando a un lado
la negatividad, mirando hacia el futuro con esperanza, y creyendo en ti por
encima de cualquier comentario negativo!
Si has llegado hasta aquí, hasta el día de hoy a pesar de todo lo
acontecido, es porque grandes cosas te esperan.
¡Ventila, pero no te rindas!
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@FlorDeLizSantiagoFernandez
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