¿Qué es lo que está sucediendo en mi país que su gente está perdiendo sus buenas costumbres y cultura? ¿En dónde ha quedado la cortesía, los buenos modales, el saludo, la consideración, la sensibilidad, la alegría?
¿En dónde ha quedado el buen provecho, los buenos dias o buenas tardes, el con permiso, el puedo, no puedo?
¿En dónde ha quedado la solidaridad, el trabajar por amor al trabajo, por vocación, por el prójimo,
el compromiso con la niñez, los envejecientes, la familia?
Salimos a la calle, a las oficinas, a los hospitales, a las escuelas, a las plazas públicas, a las tiendas, a los parques, a los supermercados y ya no vemos gente alegre, sonriente, amable, dispuesta, atenta. Ya no se practica la cortesía. Y nos preguntamos, ¿que sé ha perdido?
Sólo vemos gente enojada, molesta, agresiva, con mala educación, deprimida.
Somos testigos de la falta de sensibilidad de algunos profesionales al brindar servicios. Somos espectadores de la lucha de poder entre los partidos políticos quienes trabajan para sí, sin tomar en cuenta el bienestar de los ciudadanos.
Vemos cómo existen personas que son testigos de cómo nuestra juventud se pierde, cómo se maltrata a nuestros niños, a los animales, y se hacen de la vista larga.
Escuchamos sobre tantos suicidios, tantos asesinatos y esto se ha convertido en parte de nuestro diario vivir.
La situación económica, la falta de oportunidades, la falta de empleo, la decadencia de recursos, el ambiente que nos rodea, la desunión en las familias, y muchas otras cosas más, ha sido el detonante para que nuestra gente asuma esas actitudes y comportamiento.
¿Qué hemos perdido? Esa no sería la pregunta correcta, la pregunta correcta sería, ¿qué nos han quitado?
Hagamos la diferencia, reflexionemos. Si las cosas van mal, no tenemos por qué seguir con la corriente, sino ir en contra de la corriente.
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