¿Han escuchado a personas indicando que llorar es un acto de cobardía y/o de miedo? Sí fuese de esa manera pues me describo a mí misma como cobarde y miedosa.
A través del llanto limpiamos nuestra alma y nuestro corazón. Es como tomar una pausa ante alguna situación, limpiamos para así poder continuar.
Son tantas las situaciones que atravesamos que aunque intentemos ser fuertes, en determinados momentos nos derrumbamos.
Pero les comento una cosa, luego de haber llorado sea por la razón o por la situación que sea, me lleno de nuevas fuerzas para continuar. El llanto me ayuda en el proceso de sanación, me fortalece, en ningún momento me debilita, me impulsa, me levanta, me motiva, me hace más fuerte.
Reconozco que soy muy sentimental, diría que una eterna llorona y no me averguenzo al decirlo. De cada lágrima he aprendido algo y hoy por hoy puedo asegurar, al menos en mi caso personal, que cuando en ocasiones enfrento situaciones y al momento no encuentro solución o no sé cómo actuar, luego de llorar sintiéndome rendida, mi mente se ilumina y comienzo a encontrar soluciones.
El llanto nos libera. A través del mismo podemos soltar nuestras cargas y sentirnos más aliviados. Nos ayuda a ver las cosas de una manera diferente. Nos sirve para acercarnos a las personas, nos hace empáticos.
Culmino comentando que existen personas que no se permiten llorar o que otras personas los vean llorando. Hombres que piensan que el llanto les quita hombría y los hace más vulnerables. Mujeres que por tantas situaciones han colocado un muro en sus sentimientos y de igual manera evitan llorar.
Si supieran cuán libre se sienten el alma, el espíritu y el corazón luego de un desahogo a través del llanto, no se negarían ante el mismo.
No tienen que hacerlo en público, puede ser en privado, en el silencio de la noche mientras recuestas la cabeza sobre tu almohada. Y aunque no lo percibas, sí crees en Dios tus lágrimas serán enjugadas y hallarás sanación para tus heridas, para tu alma.
No comments:
Post a Comment