Tuesday, August 25, 2015

¿Qué se ha perdido?

¿Qué es lo que está sucediendo en mi país que su gente está perdiendo sus buenas costumbres y cultura? ¿En dónde ha quedado la cortesía, los buenos modales, el saludo, la consideración, la sensibilidad, la alegría?
¿En dónde ha quedado el buen provecho, los  buenos dias o buenas tardes, el con permiso, el puedo, no puedo?
¿En dónde ha quedado la solidaridad, el trabajar por amor al trabajo, por vocación, por el prójimo,
el compromiso con la niñez, los envejecientes, la familia?

Salimos a la calle, a las oficinas, a los hospitales, a las escuelas, a las plazas públicas, a las tiendas, a los parques, a los supermercados y ya no vemos gente alegre, sonriente, amable, dispuesta, atenta. Ya no se practica la cortesía. Y nos preguntamos, ¿que sé ha perdido?

Sólo vemos gente enojada, molesta, agresiva, con mala educación, deprimida.

Somos testigos de la falta de sensibilidad de algunos profesionales al brindar servicios. Somos espectadores de la lucha de poder entre los partidos políticos quienes trabajan para sí, sin tomar en cuenta el bienestar de los ciudadanos.

Vemos cómo existen personas que son testigos de cómo nuestra juventud se pierde, cómo se maltrata a nuestros niños, a los animales, y se hacen de la vista larga.

Escuchamos sobre tantos suicidios, tantos asesinatos y esto se ha convertido en parte de nuestro diario vivir.

La situación económica, la falta de oportunidades, la falta de empleo, la decadencia de recursos, el ambiente que nos rodea, la desunión en las familias, y muchas otras cosas más, ha sido el detonante para que nuestra gente asuma esas actitudes y comportamiento.

¿Qué hemos perdido? Esa no sería la pregunta correcta, la pregunta correcta sería, ¿qué nos han quitado? 

Hagamos la diferencia, reflexionemos. Si las cosas van mal, no tenemos por qué seguir con la corriente, sino ir en contra de la corriente. 

Sunday, August 16, 2015

Para sanar es necesario llorar

¿Han escuchado a personas indicando que llorar es un acto de cobardía y/o de miedo? Sí fuese de esa manera pues me describo a mí misma como cobarde y miedosa.
A través del llanto limpiamos nuestra alma y nuestro corazón. Es como tomar una pausa ante alguna situación, limpiamos para así poder continuar.

Son tantas las situaciones que atravesamos que aunque intentemos ser fuertes, en determinados momentos nos derrumbamos.
Pero les comento una cosa, luego de haber llorado sea por la razón o por la situación que sea, me lleno de nuevas fuerzas para continuar. El llanto me ayuda en el proceso de sanación, me fortalece, en ningún momento me debilita, me impulsa, me levanta, me motiva, me hace más fuerte.

Reconozco que soy muy sentimental, diría que una eterna llorona y no me averguenzo al decirlo. De cada lágrima he aprendido algo y hoy por hoy puedo asegurar, al menos en mi caso personal, que cuando en ocasiones enfrento situaciones y al momento no encuentro solución o no sé cómo actuar, luego de llorar sintiéndome rendida, mi mente se ilumina y comienzo a encontrar soluciones.
El llanto nos libera. A través del mismo podemos soltar nuestras cargas y sentirnos más aliviados. Nos ayuda a ver las cosas de una manera diferente. Nos sirve para acercarnos a las personas, nos hace empáticos.

Culmino comentando que existen personas que no se permiten llorar o que otras personas los vean llorando. Hombres que piensan que el llanto les quita hombría y los hace más vulnerables. Mujeres que por tantas situaciones han colocado un muro en sus sentimientos y de igual manera evitan llorar.

Si supieran cuán libre se sienten el alma, el espíritu y el corazón luego de un desahogo a través del llanto, no se negarían ante el mismo.

No tienen que hacerlo en público, puede ser en privado, en el silencio de la noche mientras recuestas la cabeza sobre tu almohada. Y aunque no lo percibas, sí crees en Dios tus lágrimas serán enjugadas y hallarás sanación para tus heridas, para tu alma. 

Friday, August 7, 2015

De Niña a Mujer (La Transición)


Cuando era una niña la única preocupación que tenía era poder dormir bien, comer y tener ropa para vestirme, jugar y compartir con mis hermanos y amigos. De la mayoría de mis situaciones, se ocupaban mis padres. En realidad no tengo de qué quejarme, porque a pesar de las diferentes situaciones, nunca me faltó la comida, la vestimenta y mis necesidades básicas siempre fueron cubiertas y satisfechas por mis padres.

Mientras fui creciendo y desarrollando, mis preocupaciones e intereses comenzaron a cambiar. Ahora sólo me preocupaba por ser una buena estudiante y poder enorgullecer a mis padres.

Les aseguro que hice todo lo posible por causarles orgullo. Pero dentro de todo se cometen errores que gracias a Dios se pudieron enmendar con el paso del tiempo.

Hoy por hoy, como toda una mujer adulta, madre, esposa y profesional, les puedo comentar que son muchas más las preocupaciones y responsabilidades. Como madre, mi preocupación es que mis hijos se sientan seguros, que estén bien cuidados y que al igual que hicieron mis padres conmigo, las necesidades de mis hijos sean satisfechas y cubiertas de igual manera, y de todo lo anterior me ocupo. Una de mis mayores responsabilidades es brindarles amor, atención y todo lo que conlleva ser no sólo una madre, sino una excelente madre.

Como esposa, mi mayor preocupación es ser la esposa, amiga, compañera y amante ideal. Cumplir con mis deberes y responsabilidades como esposa.

Como profesional, mi preocupación es dar el máximo de mí, educarme día por día, adquirir experiencia, ser competente y mantener profesionalismo. A esto le añado el permitirme crecer y escalar.

Como mujer, mi preocupación es poder ser un ejemplo positivo para otras mujeres y que las mismas puedan aprender a través de mis experiencias.

Cumplir con cada una de las responsabilidades que me tocan y el tener tantas preocupaciones, reconozco que puede ser un poco difícil. Pero de igual manera reconozco que con enfoque, disciplina, e interés se puede cumplir con todo de una manera exitosa. Basta con desear ser mejor persona cada día y poseer un gran deseo de superación.

Siempre que dialogo con mi hija de 16 años, cuando tiene alguna dificultad o problema o alguna preocupación, le digo que medite, que tome las cosas con calma para así tomar las mejores decisiones y que disfrute su momento, pero que actúe. Le comento que en el futuro serán más grandes sus preocupaciones y responsabilidades y que desde ahora debe prepararse.

Es muy hermosa esa transición de niña a mujer. Cada etapa tenemos que vivirla con intensidad y disfrutar cada experiencia porque de cada una aprendemos para bien o para mal. Cada experiencia nos marca como seres humanos.

Les invito a realizar un autoanálisis. Evalúemos lo que éramos desde niñas, lo que somos y lo que deseamos ser. Les invito al igual que yo lo hice, a buscar fotos que marquen su transición física de niña a mujer y mediante dichas fotos, analizar los recuerdos guardados y vividos en cada etapa. Les aseguro que será una grata experiencia recordar y revivir ese cambio de niña a mujer.

Invito a los caballeros a realizar el mismo ejercicio, su transición de niño a hombre.