¿Han podido observar últimamente la
dinámica de las personas en una sala de espera, en una fila o en cualquier
lugar público o privado?
Pues me imagino que al igual que yo si son
observadores lo han podido notar. He observado cómo las personas reunidas en
determinados lugares con algún propósito o no, no se comunican entre sí. He
podido observar como cada persona se encuentra en ese lugar público o privado
con el celular en sus manos.
Pasan horas y horas de espera, y no cruzan
palabra con alguna persona porque están demasiado ocupados con su celular. Es
tan sorprendente ver que cuando tienen el celular en las manos, sonríen, se asombran,
se entretienen y pasan el tiempo como si nada a su alrededor aconteciese.
En esta época moderna la mayoría de las
personas cuenta con un celular. Muchos lo utilizamos para lo necesario, para
comunicarnos, para buscar algún tipo de información importante en el internet,
para realizar otras transacciones. Pero llega el momento en que nos deshacemos
de él para realizar tareas de la vida cotidiana como es el trabajar, compartir
con la familia, amigos, salir, entre otras cosas.
Es curioso y llamativo para mí observar
cómo la mayoría de las personas que poseen un celular no le prestan atención a
quienes están a su lado. Es tanta la adicción a este aparato que he observado
en ocasiones a una persona al lado de otra comunicándose entre sí, no a través
de la palabra o intercambiando miradas o gestos, sino a través del celular.
Es tanto el apego que las personas no
respetan las leyes de tránsito y continúan hablando por el celular mientras
manejan, texteando y/o verificando las redes sociales a ver qué nueva noticia
aparece.
Es tan grande lo absurdo de esta adicción
que muchas personas caminan en la calle sin mirar hacia el frente porque están
envueltos con el celular. Esto me lleva a recordar una imagen que un familiar
compartió hace poco tiempo en donde una joven caía o se tropezaba con una
alcantarilla por estar con la mirada puesta en el celular y no hacia el lugar
en donde caminaba.
El celular ha pasado de ser un medio de
comunicación necesario para todos, a ser el amo de muchos y convertirlos en su
esclavo. No viven sin él, no comen sin él, no duermen sin él, otros duermen con
él, se bañan con él, entre otros. Si se les cae se mueren, si se les pierde aún
más, etc
Conozco personas que hacen hasta lo imposible
por tener el celular último modelo, el más costoso no importando los
sacrificios que tengan que hacer para tenerlo. Muchas veces no tienen buenas
casas, buenos carros, no tienen trabajo, no visten bien, no tienen para comer,
pero sí para adquirir un celular último modelo y si llegó uno nuevo, salen del
que tienen porque no pueden quedarse atrás.
Pero lo que más me choca es que rechacen a
las personas que están a su alrededor, que no compartan con la familia, los
amigos, por el dichoso celular.
Me apena en gran manera el hecho de que la
comunicación entre las personas se esté perdiendo. Que no se practique el ver
cara a cara a una persona, hablarle, ver sus expresiones, sus emociones y todo
porque sólo tenemos tiempo para el celular.
Frecuentemente visito una oficina de algún
lugar en particular y he sido testigo del silencio que hay en el mismo y cuando
miro a mi alrededor, cada persona allí sentada o parada está ocupada o
entretenida con el celular.
Sé que a muchos les ha pasado esto que les
comentaré. He visitado oficinas en donde los empleados brindan un mal servicio
por las interrupciones en su celular. Y he visto cuando las personas que
solicitan algún servicio en dichas oficinas, no atienden como se debe por estar
haciendo lo mismo.
Me pregunto yo, ¿cómo en el pasado podíamos
vivir sin problema alguno sin el celular? Las personas se comunicaban más entre
sí, tenían amistades reales con las cuales podían compartir. Repito que no
estoy en contra totalmente de los celulares sino de esas personas que se han
vuelto adictas a los mismos, olvidando que los celulares sirven para comunicarnos
y para muchas cosas más. Pero el problema es que ya la gente no se comunica por
estar con el celular en las manos todo el tiempo.
¿Hasta qué punto vamos a alejarnos de la
sociedad, de lo que acontece en nuestras áreas cercanas, a nuestro alrededor?
Ya se han olvidado las reuniones en
familia, el conversar y contarnos acerca de cómo nos fue en el día ya sea en el
trabajo, en la casa o en la escuela, porque no lo hablamos. No porque no
tengamos tiempo, sino porque ese tiempo se lo dedicamos al celular.
Me entristece en gran manera ver cómo nos
vamos perdiendo poco a poco, como nos alejamos y como le damos más importancia
a un aparato que a las personas que amamos, que a lo que en realidad tiene
importancia.
Hace días vi una noticia de un artista y
su esposa quienes tenían una canasta en la entrada de la puerta del interior de
su casa y en la misma dejaban sus celulares tan pronto como cruzaban la puerta
de su hogar. Esto lo hacían para poder tener tiempo de calidad, en familia, sin
interrupciones, sin mensajes de texto, sin que nada les impidiera tener su
momento. Esto es admirable y debería ser practicado por todos.
Es necesario tener nuestros celulares,
porque tengo el mío, pero sólo utilizarlo para lo que es debido, con prudencia
y no que esto interfiera en nuestra vida diaria de familia, de trabajo de
amistades, entre otras cosas importantes.
Intento sólo que reflexionemos en cuanto a
este tema y nos percatemos que a veces pasamos más tiempo con el celular que
con las personas que amamos y que esas personas que también nos aman, nos
necesitan y nos quieren presentes en cuerpo, alma y espíritu. No en cuerpo
solamente porque lo demás está junto al celular.
Ojo con eso y valoremos lo que tenemos,
porque en ocasiones no nos dura toda la vida y en cualquier momento quien está
contigo, puede que ya no esté por la razón que sea.
te botastes esta bello
ReplyDeleteMuchas gracias.
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