Wednesday, December 9, 2020

¿Cómo continuar cuando se agotan las fuerzas?

Por: Flor De Liz Santiago Fernández, Trabajadora Social, Especialista en Autismo y Educación Especial, Técnico de la Conducta Registrada, Autora y Escritora

La situación que hemos estado atravesando a nivel mundial por causa del COVID-19 no ha sido fácil.  Ciertamente ha sido una de angustia, de desesperanza, desasosiego, incertidumbre, pero en especial de adaptación.  Si bien para nosotros las personas adultas, nos ha resultado un tanto incómodo esta situación, en la cual hemos tenido que fluir y aceptar ese proceso de adaptación, mucho más difícil ha sido para nuestros hijos e hijas. 

A quienes somos personas adultas, nos ha tocado trabajar, estudiar, atender a nuestros hijos e hijas, a nuestras familias, los quehaceres, las rutinas diarias, y a nosotras mismas como personas y seres humanos, desde un espacio único, el hogar.  Ese hogar que cuidábamos tanto y en el cual siempre procurábamos no llevar nuestras responsabilidades laborales para evitar afectar o impactar negativamente nuestro entorno familiar.  Respecto a nuestros hijos e hijas, les ha tocado enfrentar los retos educativos desde su hogar, y en ocasiones con padres que no están capacitados para poder ayudarles en este proceso.

A nosotras las personas adultas, nos ha tocado, educar, cocinar, supervisar y sumar horas incansables de labor en nuestro diario vivir, muchas veces sin el descanso necesario.  Adicional a esto, tenemos que permanecer “callados/as”, y demostrar ante la sociedad que todo marcha bien y que para nada nos hemos afectado.  En el caso de nuestros hijos e hijas, han tenido que comprender (aún sin poder en algunos casos), que esta es la nueva realidad, y hoy en día, después de unos largos meses, se evidencia el cansancio.  El cansancio de ellos y ellas por el arduo trabajo realizado y el de nosotras las personas adultas igualmente.

Reflexionando en cuanto a todo lo anterior, me percato de que, aunque he realizado adaptaciones ante esta situación, como madre (en especial de un niño con diversidad funcional), esposa, hija, estudiante, mujer profesional y trabajadora, mi humanidad no me permite acomodarme.  El COVID-19 sí me ha enseñado muchas cosas tales como:  valorar aún más el poco tiempo libre que tengo, a extrañar con locura el contacto con otras personas, a continuar cuidando de mi salud, a ocuparme de siempre en la vida contar con un plan b, c, d, entre otros.  Sin embargo, sería un tanto hipócrita de mi parte decir que me he acostumbrado. 

¡Jamás!  No quiero al COVID-19 en la vida de ninguna persona, y deseo con todas mis fuerzas que se aleje del mundo entero y que nos deje vivir en paz.  Para sentirme de esta manera, no es necesario haber perdido algún ser conocido o querido, sino me basta con todo lo que nos ha causado.  He experimentado y sido testigo de cómo ha cambiado nuestras vidas, de todo lo que nos ha quitado, pues no se reduce únicamente a la vida humana.  Nos ha quitado la libertad, el respirar libremente, el recrearnos, el compartir físicamente con las personas que amamos, el trabajar como acostumbramos, y podría seguir mencionando.

¿Qué intento comunicar con todo esto?  Intento responder a la pregunta utilizada como título para esta reflexión:  “¿Cómo continuar cuando se agotan las fuerzas?”.  En realidad, no es sencillo, pues hoy, luego de diez meses de iniciada esta pandemia, me encuentro humanamente agotada.  No obstante, tampoco es imposible. 

Así que, les recomendaré algunas cositas que hasta el momento me han resultado y me han servido como impulso para continuar.  Cuando sientas que no puedes más, y no encuentras o simplemente no sabes cómo continuar, no olvides lo siguiente: 

1.     No te sientas culpable.

2.     No pretendas resolver todas las situaciones repentinamente.

3.      Piensa, medita y evalúa hasta dónde has llegado y todo lo que has logrado.

4.      Analiza cuántas situaciones aún más difíciles has superado.

5.     Cuenta los tropiezos y las caídas que has tenido y las veces que te has levantado.

6.      Toma descansos cuando sea requerido.

7.      Respira! ¡Respira!  ¡Respira!

8.     Vive un día a la vez.

9.     Cuando no puedas continuar con una tarea en determinado momento, comunícalo a otras personas, toma un respiro y luego prosigue.

10.  Entre otros.

Continuar cuando las fuerzas se agotan es un gran reto.  ¿Saben por qué?  Porque somos humanos y nos debilitamos.  Porque a veces no comprendemos que tenemos que llorar, desahogarnos y gritar para soltar nuestras cargas.  Cuando nuestro cuerpo se agota físicamente, no podemos obligarlo a trabajar y tenemos que tomar tiempo para descansar.  Asimismo, cuando nuestras emociones, sentimientos, pensamientos, espíritu, entre otros, se agoten, nos tenemos que detener para que descansen igualmente. 

El COVID-19 nos ha trastocado, no hay duda de ello.  Ahora bien, ¿le permitiremos destruir lo que nos queda, o tomaremos un respiro para recargarnos y continuar con más fuerzas?  ¿Podemos percibir esta situación como una oportunidad?  ¿Cómo continuamos?  Podemos tomarla como una oportunidad para crecer y evolucionar.  Podemos hacerlo con más fe y valor que antes, visualizando nuevos horizontes, realizando cambios en nuestras vidas, y eliminando aquello que nos cause tropiezo ya sea material o humano.  Más importante aún, siendo quienes somos, sin aparentar al mundo ser otras personas, por agradar o encajar. 

¿Cómo continuar cuando las fuerzas se agotan?  ¡Recargando tus baterías, dejando a un lado la negatividad, mirando hacia el futuro con esperanza, y creyendo en ti por encima de cualquier comentario negativo!  Si has llegado hasta aquí, hasta el día de hoy a pesar de todo lo acontecido, es porque grandes cosas te esperan.  ¡Ventila, pero no te rindas! 

 

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Friday, December 4, 2020

Pensando en voz alta (el autismo, mi hijo y yo)

Por: Flor De Liz Santiago Fernández, Trabajadora Social, Especialista en Autismo y Educación Especial, Técnico de la Conducta Registrada, Autora y Escritora

Luego de analizar y meditar un poco, me he percatado que en realidad como bien dice el refrán: “La ignorancia es atrevida”.  "¿Qué si es cierto que no puedo dormir y descansar la cantidad de horas que lo hacen otros padres?"  Es cierto, pues mientras la mayoría duerme ocho horas o más, yo duermo menos, y en ocasiones me amanezco junto a mi esposo, para atender a nuestro hijo.  "¿Qué si me arrepiento de ser madre de un niño con autismo?"  Es como preguntarme si deseo continuar viva.  Esta pregunta específicamente me ocupa, pues es una total falta de respeto.  

"¿Tu hijo hace esto o aquello?  Porque mi hijo/a sí lo hace".  Pues fíjese, que no estamos para comparar o competir, cada ser humano es diferente y no todos los niños/as con autismo son iguales.  Todos tenemos problemas y dificultades con nuestros hijos/as.  Obviamente, todos los tenemos, pero usted no debe generalizar porque no está en mis zapatos, como tampoco me acompaña en mi diario vivir y desconoce los retos que enfrento a diario. 

Mi hijo no es perfecto, y de hecho, nadie lo es.  No es como otros niños y niñas, no tiene los mismos intereses pues es un ser único, como todos lo somos.  Estoy muy consciente de que, por el momento, no puede sentarse a establecer una conversación conmigo o con otras personas, porque así es él, y lo respeto.  Entiendo y reconozco que únicamente hablará de aquello que le interesa, de lo que desea, y siempre estaré dispuesta a escucharlo.  Igualmente, nunca dejaré de intentar hablarle de otros temas.  No obstante, mi hijo es inteligente, increíble, cooperador, aprende de manera diferente, es capaz, y mejor aún, es un niño fuerte, saludable, feliz y amado. 

Por favor, si usted verdaderamente me estima o desea ser mi amigo o amiga, conocido o conocida, o es mi familiar cercano o lejano, no se le ocurra decir frente a mí, o a mis espaldas (pues de todas formas me enteraré), que mi hijo está enfermo o loco.  Mucho menos utilice la palabra: “bendito”, para referirse a él.  Mi hijo es diferente, ¡claro que lo es!  Su diferencia y diversidad para mí que soy su madre, me enriquece.  ¡Guárdese el “bendito” para cuando realmente lo necesite!  Más bien sea una persona empática, solidaria y edúquese, para que no ande diciendo y comentando tantas incoherencias sobre el autismo.

Mi hijo es uno de mis mayores tesoros junto a su hermana sin autismo.  Ambos son mi motor y mi vida, y me siento orgullosa de ellos.  Una vez aprendí lo siguiente de una admirada profesora:  “no asuma, pregunte”.  Así que, si usted no tiene conocimiento alguno sobre el autismo, y sólo observa, critica, juzga y opina sin fundamentos, desde afuera, hágamelo saber con tiempo, que yo con mucho gusto le oriento. 

Ya basta de que traten de hacernos sentir mal como padres de personas con autismo, respete para que le respeten.  Entienda de una vez y por todas, que SIEMPRE estaremos en la disposición de defender y apoyar a nuestros hijos e hijas, y que el amor que sentimos por ellos y ellas es demasiado grande y fuerte.  No buscamos su pena, lástima o compasión, buscamos respeto, inclusión, empatía, tolerancia, y que dejen de hacer preguntas inapropiadas e inadecuadas.  Igualmente solicitamos que nunca generelice. 

¡Basta!

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