Monday, September 3, 2018

"Soltar" o "dejar volar": el proceso

Por: Flor De Liz Santiago Fernández, Trabajadora Social, Autora, Escritora, Técnico de la Conducta Registrada, Estudiante de Educación con Especialidad en Autismo y en Educación Especial.


Nunca pensé que “soltar”, "dejar ir", o "despedir" a un ser amado, causaría tanto dolor.  No me refiero a la partida de ese ser por causa de la muerte, sino por otras razones que son procesos y forman parte de la vida.  En realidad criamos a nuestros hijos e hijas,  y nos hacemos la idea de que estarán para siempre junto a nosotros, aunque en nuestro interior sabemos que tarde o temprano perseguirán sus sueños y buscarán su rumbo, lo que tenemos que respetar aunque nos duela.
Hoy he experimentado un dolor profundo al separarme de quien por 19 años estuvo a mi lado.  Aunque se supone que estaba preparada, puedo confesarles que nunca lo estuve.  Porque no estamos completamente preparados cuando nos enfrentamos a ese momento.  
Siento que me arrebataron un pedazo de mi ser, me siento vacía, aunque estoy consciente de que esta decisión es por su bienestar y desarrollo, con el fin de lograr ser una mujer independiente, lo que a pesar de todo, admiro profundamente.
Estar en esta posición es un tanto incómodo.  Hoy por hoy comprendo a mis padres cuando en un determinado momento, también tomé la decisión de marcharme.  Como padres, nos invaden pensamientos tales como: “¿estará bien?, ¿comerá a tiempo?, ¿dormirá bien?, ¿estará cómoda/o?, ¿tendrá éxito siendo independiente?”
Sin desearlo nos convertimos un tanto egoístas, porque anhelamos tenerlos/as, a nuestro lado, como de costumbre.  “Soltar” no es tan fácil, son muchos años de unión, amor y compañerismo.  Pensamos en ese/a pequeño/a,  que arrullamos en nuestros brazos y vigilábamos noche tras noche, para observar y sentir su respiración.  ¡Qué difícil se nos hace!
Mientras continuamos en el proceso de negación, de comenzar a sentir y experimentar ese nido vacío, nos perdemos de otros aspectos que son muy importantes.   El hecho de que logramos lo que tanto deseábamos, tener a una hija o a un hijo independiente, capaz de vivir por sí solo/a, de ser autónomo/a, de ser un hombre o una mujer decidida a enfrentar retos, nos debe enorgullecer.  Porque los/as llevamos hasta dónde teníamos que llevarlos, porque ellos/as, tienen derecho a vivir sus vidas como deseen, a equivocarse si es necesario y a triunfar si por ello trabajan.
Aunque me repito que “soltar” no es nada sencillo, de igual manera intento percibirlo de otra manera.   Es que no se trata de “soltar”, porque nunca estuvieron amarrados/as, se trata de dejarlos volar, crecer, soñar, caerse, levantarse y tomar control de sus vidas, como una vez nosotros lo hicimos.  No se suelta a quien nunca estuvo atado/a, sino que se le brindan las herramientas para que puedan no importa los tropiezos en el camino, llegar a las alturas.
Te amo hija, y aunque te extraño y te extrañaré, aunque te lloro y te lloraré, mi mayor satisfacción será poder disfrutar al verte siendo tú.  Esa mujer que has decidido ser, esa mujer en la que te has convertido, y que para siempre será mi bebé.
Para ti Joan, hija amada de mi alma y de mi corazón, con todas las fuerzas de mi vida.
Facebook: @FlorDeLizSantiagoFernandez

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