Por: Flor De Liz Santiago
Fernández, Trabajadora Social, Autora y Escritora
Muchos de
ellos/as no llevan consigo marcas o heridas visibles. Eso no implica la ausencia de las mismas. Sus heridas y marcas son tan profundas que
atraviesan sus almas. Son hombres y
mujeres que crecieron y se desarrollaron con temores, angustias y miedos, pero
que a pesar de ello luchan por vivir diariamente. Unos/as lograron sobrevivir al maltrato,
otros/as perecieron en el camino.
Sus vidas
están impregnadas de dolor y sufrimiento y de las experiencias vividas en su
infancia, niñez, adolescencia y juventud.
Llevan consigo cicatrices en sus corazones y lágrimas internas. Son incomprendidos/as ahora que enfrentan la
etapa de la adultez porque continúan arrastrando las secuelas de lo que fue
parte de su pasado. Lo más doloroso aun
es reconocer en dicha etapa, que sus verdugos habían sido seleccionados para
darles vida y traerlos al mundo, aquellas personas que tenían el deber de
protegerlos/as, sus padres.
Hoy se han
convertido en hombres y mujeres inseguros, desconfiados, apáticos,
intolerantes, insensibles y algunos de ellos/as repiten las conductas
aprendidas en su niñez convirtiendo de esta manera a sus hijos en hijos del
maltrato de igual manera. De esta forma continúa
perpetuándose esta conducta errada de generación tras generación.
Los hijos/as
del maltrato pertenecen a diferentes estatus sociales. Lo único que los/as hace diferentes es que en
donde existe la pobreza es mucho más visible.
Son hombres y mujeres que hubieran alcanzado la felicidad si tan solo hubiesen
experimentado un poco de amor por parte de sus progenitores.
Sus luchas
diarias para superar lo vivido se han convertido en batallas gigantescas. Como parte de estas, han llevado su pasado a
su presente, lo que les impide en ocasiones formar una familia, confiar en una pareja,
mantener relaciones estables o cuando sucede, comienzan a revivir su historia,
sumergiéndose en la tristeza y en la soledad al alejar a quienes los/as
rodean. No es su culpa, pues procuran y
desean una vida mejor, pero el maltrato que los marcó de por vida, les sirve de
obstáculo. No es que no deseen, es que
no pueden en ese momento.
Los hijos/as
del maltrato aspiran una vida digna y persiguen el cambio. Lo que sucede es que en su gran mayoría temen
exponer sus inquietudes, sus preocupaciones o ventilar sus emociones. De igual manera temen revivir el pasado.
Para poder
ayudar en el proceso de sanación en la vida de los hijos/as del maltrato, se
requiere iniciar un proceso introspección con estos/as. Esto con
el fin de que puedan autoevaluarse y reflexionar sobre su situación. A pesar de todo lo que hayan sufrido en el
transcurso de su vida llevando tan pesada carga, el poder reflexionar sobre la
misma puede definitivamente ayudarlos/as en su proceso de recuperación.
Con la ayuda
requerida, apoyo y acompañamiento pueden transformar sus vidas y cambiar su
historia. De igual forma pueden romper
con el ciclo, levantarse y servir de ejemplo para otras personas que han
atravesado la misma situación.
Los
hijos/as del maltrato no tienen por qué llevar durante toda su vida esta
etiqueta. Quienes han podido recuperarse
y continuar dejando el pasado en el olvido, pueden utilizar este como un escalón o un
impulso y proseguir. Pueden adquirir la
capacidad de revivir el mismo y que no les afecte. Pueden servir de portavoces y ayudar a
identificar a esos niños y niñas que actualmente enfrentan situaciones
similares y permanecen en el anonimato.
El maltrato
deja huellas las cuales pueden ser imborrables. La clave está
en romper con el ciclo y alertar al resto de la población. Nos corresponde informar, pues el permanecer
callados es un acto de cobardía. De nuestros
actos ante una sospecha o evidencia de maltrato, depende la vida de un niño o
niña. Cabe destacar que se aplica a la
violencia de género como negligencia cuando los niños/as están presentes, pues aunque no sea un maltrato directo hacia
los menores, el maltrato emocional e indirecto al cual están expuestos, puede ser de igual manera
devastador.
¿Han
llegado a pensar en cuántos hijos/as del maltrato se perdieron en el
camino? Hoy en día muchos/as de
ellos/as se encuentran encarcelados, enfrentan problemas de salud mental, reflejan diferentes
trastornos. Otros/as tienen dificultades en el proceso de socialización y pobres relaciones interpersonales, algunos/as no cuentan con un techo seguro pues carecen de una vivienda, entre otros.
No podemos
ser parte del problema, sino que debemos unirnos para formar parte de la
solución. Nunca sabremos en qué momento,
en qué circunstancias o en qué lugar podemos toparnos con alguno de ellos/as. Por tal razón no debemos permitir que conductas
como estas continúen repitiéndose.
¡Hagamos la diferencia!
Los
hijos/as del maltrato jamás dejarán de sufrir sin las intervenciones
requeridas, porque su esperiencia de vida les ha marcado y necesitan ayuda inmediata. Podemos evitar que sigan creciendo
y desarrollándose más hijos/as del maltrato, evitando que este ocurra. Utilicemos la prevención primaria para estos
fines. ¡Podemos hacerlo!
Facebook: @FlorDeLizSantiagoFernandez
No comments:
Post a Comment