Por: Flor De Liz Santiago
Fernández, Trabajadora Social, Autora y Escritora
La Teoría Cognitiva
Social de Albert Bandura, antes conocida como la Teoría del Aprendizaje Social,
expone que nuestros niños y niñas adquieren el conocimiento mediante
observación y a través del modelaje. Esta
teoría combinó el interés conductual por las consecuencias e interés cognoscitivo
en el pensamiento. La misma brinda
importancia a las interacciones entre la conducta, el ambiente y las
características personales. De igual
forma a las creencias sobre las capacidades personales y el aprendizaje
mediante la observación y los modelos (Woolfolk,
2010).
En términos
sencillos, podríamos indicar que el aprendizaje y/o el conocimiento llegan
mediante la observación de las conductas de otras personas y el modelaje de las
mismas. Según Woolfolk (2010) Bandura
expuso que cuando observamos a otros aprendemos tanto de sus acciones como de
los objetos relacionados a tales acciones.
Por otra parte, se perfecciona el comportamiento aprendido pues mediante
la observación de la conducta de los demás, podemos identificar las conductas que
ya hemos puesto en práctica. Un dato
curioso es un ejemplo utilizado por Bandura en el que expuso que si un niño
disfruta jugar con un objeto que ha sido ignorado durante todo el día, otro
compañero al observarlo, puede interesarse en el mismo objeto o juguete.
Bandura
expone que si los miembros de una clase observan a un estudiante quebrantar una
regla y no recibir alguna consecuencia o sanción, los demás compañeros
aprenderán que el transgredir una regla no siempre conlleva consecuencias
negativas. Por esta razón, repetirán tal
acción o conducta. Por otra parte,
sostuvo que si quien comete la transgresión es un líder admirado, los efectos
del modelamiento serían más pronunciados (Woolfolk,
2010).
El imitar o
repetir las conductas negativas mencionadas provocan que el aprendizaje se vea
afectado. El modelo de Bandura por su
parte, permite la enseñanza de nuevas conductas tales como: realizar tareas, deportes, oficios, entre
otros.
En el
ambiente escolar y/o educativo, los docentes sirven de modelo a sus
estudiantes, los cuales a través de estos adquieren aprendizaje. Cabe señalar que el proceso educativo ha sido
descrito como uno de aprendizaje continuo.
Por último, según Woolfolk (2010) el modelo de Bandura impacta de manera
positiva el aprendizaje.
Muchos
padres asumen que la responsabilidad del aprendizaje es únicamente una labor de
los docentes y/o de la escuela en general, por lo que los perciben como
responsables. Es importante destacar que
si nos dejamos llevar por Bandura, podríamos mencionar que los primeros
responsables del aprendizaje de los niños y niñas son los padres o personas
responsables, ya que son quienes modelan esas primeras conductas y/o
comportamientos a sus hijos.
Los
primeros educadores de los niños y niñas son sus padres desde el hogar. Estos les modelan las conductas y les
muestran las maneras de cómo deben comportarse o actuar, y los niños y niñas
aprenden mediante la observación de esas conductas provenientes de sus padres.
Por otro lado, ese aprendizaje es extendido a la escuela en donde a través de
los docentes y sus compañeros de clases, continúa el modelaje y el aprendizaje
mediante la observación.
Todo lo
antes mencionado en relación a la Teoría de Bandura puede aplicarse en niños y
niñas con autismo. Estos aprenden de
manera mucho más rápida mediante estrategias interactivas, visuales y
auditivas. De igual modo, aprenden
observando y modelando conductas y comportamientos. Es de vital importancia destacar el
compromiso de los padres en cuanto al aprendizaje de sus hijos.
El
aprendizaje para los niños y niñas con autismo, como parte de quienes reflejan
un desarrollo atípico (tanto como en niños típicos), es responsabilidad
primeramente de los padres y luego de la escuela, es una combinación entre ambos
escenarios. Ambos ambientes son de gran
importancia en el desarrollo de dicho aprendizaje, por lo que como padres no
podemos dejar la responsabilidad completa a los docentes.
Los niños y
niñas con autismo tienen la capacidad de aprender a su ritmo mediante la
utilización de diferentes técnicas y estrategias de enseñanza. Si bien es cierto que se requiere que los
docentes cuenten con la preparación adecuada para ayudarles en el proceso de
aprendizaje, es requerido que los padres asuman su rol. Estos pueden colaborar en dicho proceso,
brindando seguimiento a las tareas, practicando con estos en el hogar,
manteniendo una buena comunicación con los docentes, demás personal escolar y
educándose sobre el tema. De esta forma
pueden trabajar en unidad con los educadores a quienes se les ha asignado la
responsabilidad total.
Desde mi
punto de vista como profesional y como madre de un niño con autismo, aseguro
que cuando logramos una combinación del aprendizaje en el hogar y el
aprendizaje en la escuela, podemos evidenciar grandes cambios en nuestros
hijos. Es de suma importancia que como
padres responsables nos orientemos y de esta manera poder colaborar mejor con
la educación y aprendizaje de nuestros niños con autismo. ¡Podemos hacerlo!
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FlorDeLizSantiagoFernandez
Referencias
Woolfolk, A. (2010). Psicología
Educativa Décimo Primera Edición. México: Pearson.
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