Thursday, December 14, 2017

La importancia de que te llamen por tu nombre y/o apellido

Tengo nombre y apellido, ¿es tan difícil de comprender?

Me he percartado de que en determinados lugares, algunos profesionales para mantener una línea entre ellos y sus participantes, clientes, pacientes, entre otros, suelen llamarlos de diferentes maneras y no por sus nombres.

En mi caso como trabajadora social, aunque procuro mantener una relación profesional-participante, procuro que estos puedan sentirse de la mejor manera posible. Por lo que desde mi punto de vista llamar a una persona por su nombre o apellido, es una  manera de que esta pueda sentirse en confianza  y segura para exponer sus situaciones, necesidades o inquietudes. 

Cuando llamamos a una persona por su nombre o apellido, de manera indirecta le estamos llevando el mensaje de que nos importa, de que la tenemos presente y sobre todo de que sabemos quién es. 

Estoy muy de acuerdo que quizás al inicio, o en una intervención breve, no podemos pretender sabernos el nombre de la persoma, igualmente la persona no puede pretender que le llamemos por su nombre. Pero cuando se trata de personas a las que llevamos mucho tiempo contactando o brindando servicios (en mi caso como profesional), entiendo que es una falta de consideración y empatía no llamarle por su nombre o apellido. Es como si colocáramos un muro entre profesional y participante para evitar que este sea cruzado. 

Respeto el punto de vista de otros profesionales que quizás difieran de lo que expongo. Por mi parte, procuro que las personas se sientan en un ambiente adecuado y de confianza, como expuse anteriormente,  en el cual abunde el respeto y el profesionalismo. 

Cuando he estado del otro lado (en el de participante), me he sentido honrada cuando ese o esa profesional que lleva tantos años brindándome servicios me llama por mi nombre o apellido, y honestamente les indico que me hace sentir muy bien. Este sentimiento es el que procuro que experimenten esas personas a las que sirvo mediante mi profesión. Que puedan comprender mediante mis intervenciones, que no son un número más, que no son por ejemplo: "mamá, papá, abuela, abuelo, tía, tío, entre otros", sino que tienen un nombre o apellido, el cual por respeto lo aprendo, lo asimilo y les llamo por el mismo. 

Siempre debemos recordar que es importante tratar a otros como nos gusta que nos traten. ¿Cómo podemos lograr que nuestros participantes se acerquen a nosotros y puedan sentirse seguros? Demostrándoles que los conocemos mediante la utilización ya sea de su nombre o apellido y dejando a un lado esos detalles que en ocasiones nos pueden parecer formales, pero que no necesariamente pueden parecerle a ellos y mas bien lo perciben como una brecha.

Así que recomiendo que desde hoy en adelante, si eres un profesional que día tras día ha brindado servicios a una persona y han establecido esta relación profesional-participante, cliente, paciente, etc., si no has puesto en función lo que en esta reflexión expongo, lo intentes y lo pongas a prueba. En el intento podrás visualizar en el rostro de esa persona una actitud de asombro, aunque no lo exprese. Porque en realidad a todos nos gusta que nos llamen por nuestros nombres o nuestros apellidos. 

Facebook: @FlorDeLizSantiagoFernandez

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